miércoles, 15 de marzo de 2017

Evaluar con... Visual Thinking

Seguimos con el curso de Evaluar para aprender. Tengo que decir que esta entrega, a pesar de la urgencia del tiempo, ha supuesto un toque de atención en mi tarea docente. Después de un verano en el que le dí 1000 vueltas a la Taxonomía de Bloom, ésta vuelve a mí interrogándome por mi función docente.


Sí. La pregunta es si uno quiere dar clase o conseguir que sus alumnos aprendan. Considero que el conocer la Taxonomía es un regalo.





No nos podemos quedar en la primera cuestión, por muy vocacional que sea nuestra profesión.

No podemos ser la profesora que hace esta pregunta en la clase de Mafalda. Me planteé hacer este curso con la idea de dejar de hacer esta pregunta en junio y que algún alumno mío me respondiese esto. No es una idea nueva para mí. Desde hace un par de años recomiendo en mis clases de matemáticas el uso de dos aplicaciones: Photomath (C) y Wiris (C). Ambas son potentes calculadoras que, en mi opinión, acompañan al alumno en su proceso de aprendizaje. En mi tarea como profesor de matemáticas me daba cuenta de que, en ocasiones, me convertía en una calculadora humana y que los alumnos se limitaban a realizar ejercicios sin tener la mínima curiosidad por saber si los ejercicios estaban bien o mal. Esto redundaba en una pérdida de tiempo atroz: alumnos que practican la materia explicada y que, simplemente, se limitan a tratar de replicar lo que creen que han entendido en clase, sin ningún criterio o referente que les permita saber si han acertado o no en ese proceso, salvo que el profesor, al día siguiente, corroborase su resultado con el correcto. Los más avezados, buscaban el solucionario del libro de texto en Internet, aunque algunos me reconocían que, si no coincidía lo que hacían con lo que les indicaba el solucionario, tampoco les suponía un gran problema de conciencia.  Era necesario un cambio. 

Es cierto que todavía les cuesta, pero poco a poco alguno va entendiendo que, por lo menos en matemáticas, el aprendizaje más eficiente cuenta con que tiene que ser uno mismo el que detecte sus fallos y trate de enmendarlos. Si dejamos que sea otro el que nos diga nuestros fallos, tardaremos más en aprender y practicaremos siempre los ejercicios con la incertidumbre de no saber si lo estamos haciendo mal o bien. Como profesor, he encontrado un buen aliado en estas dos apps, pues independizan al alumno y le acompañan en su aprendizaje.

Yo ya no puedo seguir colaborando con algo que sabemos que no hacemos bien. Los profesores, no podemos seguir comulgando con ruedas de molino. Si sabemos que algo no es eficiente (ojo, no porque antes se hicieran mal las cosas, ni mucho menos), en gran medida porque los alumnos que nos llegan no son iguales que los que fuimos nosotros, debemos adaptar nuestra función docente en aras de ser algo más eficaz y más cercano a los alumnos. 

En una época en la que las redes de comunicación sociales parece que, en lugar de acercar, nos alejan  a unos de otros, creo que los profesores debemos hacer por que los alumnos nos vean más cercanos. Espero con ganas los siguientes bloques, para ver cómo plasmar este deseo que tenemos todos los profesores: que los principales beneficiarios de nuestra tarea no seamos nosotros, sino nuestros alumnos. Confío en que podamos volver a la definición griega de "maestro": "didaskalos", el que da/enseña lo bueno.